La violencia y la pérdida de la memoria histórica e identidad nacional en el sistema educativo chileno como país y ciudad

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Un aporte al debate:

“La historia no es historia a menos que sea la verdad”

Abraham Lincoln

Los últimos incidentes de violencia que han afectado a nuestras unidades educativas a nivel nacional y comunal, hace mucho tiempo que dejaron de ser hechos aislados en el tiempo y protagonizado por alumnos y alumnas relativamente fáciles de reconocer por los equipos pedagógicos por una singularidad anclada en la ausencia del correcto convivir con sus pares en forma pacífica. Hoy el fenómeno es reiterado en el tiempo, unificado en grupos con características étnicas, culturales y nacionales similares, publicitado abiertamente en las redes sociales y con intenciones manifiestas de obtener reconocimiento y protagonismo por lo extremo de las acciones, lo que sumado a su masividad en los conatos de violencia, hacen de esta dificultad educacional un tema muy complejo de abordar y que seguirá aumentando en el tiempo de no lograr una visión cohesionada y medianamente homogénea de país y sociedad.

Por otra parte, la completa y total renuncia de los sostenedores y colegios profesionales a la protección y defensa de su personal o asociados de situaciones y acciones que amenazan y daño a su integridad física y psicológica, solo han demostrado la incapacidad de dar una señal potente de castigo a los y las agresoras. No basta que docentes y funcionarios sean atracados a diario física y verbalmente, algunos acuchillados…al parecer tendrá que venir la muerte de un funcionario o funcionaria en un colegio o liceo para que se decidan a instalar una “defensoría” de su personal, que tendrían la misión y las herramientas administrativas y jurídicas para perseguir delitos, no faltas, y proteger a sus funcionarios de la agresión de mal llamados alumnos, alumnas y apoderados. Hoy la carencia de una unidad de defensa laboral para estas nuevas situaciones, hacen que todas y todos los funcionarios de la educación se encuentren en la más absoluta indefensión personal, administrativa y jurídica al interior de colegios y liceos.

Si bien la búsqueda de una plurinacionalidad armoniosa y correcta al interior de los colegios y liceos puede ser un buen proyecto pedagógico que converse con la instalación de un clima de armonía y progreso pedagógico, no es menos cierto que graves factores externos, que hoy nos afectan como sociedad han permeado gravemente nuestras aulas y patios escolares convirtiendo estos espacios en zonas de conflicto, de identidad territorial, cultural o étnica o simplemente de venta o consumo de sustancias prohibidas. Hoy nuestros alumnos y alumnas a través de imágenes, ejemplos cercanos, redes sociales o música descalificadora, ven como una alternativa de futuro el ser “cadetes” o “soldados” del narcotráfico que los saque de la pobreza o los valore en sus grupos culturales, acción que para ellos los sacara de la pobreza y les entregara valor social y respeto entre sus pares.

Cuando el sistema educativo pierde o renuncia a la tarea y objetivo de educar permanentemente en la formación de la memoria histórica de las localidades, ciudades y de la nación misma. Consciente o inconscientemente estamos generando al interior de los colegios y liceos, solo un conjunto de agrupaciones de estudiante con distinto origen étnico, cultural o nacional, sin ninguna vinculación común o un sueño colectivo que los una y los haga ser parte de una comunidad que desarrolle su actividades académicas, deportivas y lúdicas en armonía y fraternidad como solía ser en las escuela y liceos de antaño, por lo que tarde o temprano esta convivencia forzada y sin visiones ni ideas comunes se traducirán  en acciones violentas, que marcaran territorio y presencia… y  que nada tiene que ver con el proceso educativo y la construcción de comunidad.

En ocasiones la comunidad escolar está tan preocupada de postrarse a la historia y singularidad propia de cada nación o etnia llegada a Chile, incluso en sus fechorías y faltas de respeto con las y los Docentes, así como con todos los funcionarios de la educación, que olvidamos nuestra propia historia como región y ciudad. Esa historia que olvidamos o simplemente no va con los tiempos de moda recordar, en el caso específico de nuestra región, es el aporte ejemplar de otras migraciones en épocas y tiempos más difíciles de fundación, sobrevivencia y construcción de una ciudad y región.

Migraciones que en estas tierras de soberanía Boliviana comenzaron con la Chilena y que encontraron un desierto y “despoblado” más que una ciudad. Estos migrantes fueron capaces junto a emigrantes españoles, griegos, yugoslavos, chinos, italianos, ingleses y alemanes con su lucha y epopeya heroica de construir una Antofagasta casi desde sus cimientos y explotar en heroicas jornadas de trabajo, no exentas de injusticias y matanzas obreras, las riqueza inconmensurables que la madre naturaleza sembró en este desierto y que han sostenido el progreso y la riqueza de Chile.

Mientras en otras ciudades del mundo desarrollado, Europa y América del Norte, recuerdan su pasado con valentía y reflexión para enfrentar sus errores y con orgullo para resaltar sus logros. Aquí las autoridades educacionales parecieran querer ocultar nuestros logros como región y país del currículo escolar. La construcción conjunta y sacrificada de generaciones y generaciones de Chilenos y todo este desarrollo civilizatorio producto de nuestros propios méritos como región y país que hemos logrado traducido en mediano bienestar social y por el cual seguimos luchando. Hacen que miles de migrantes quieran llegar a nuestras tierras para tener derechos y beneficios construidos por connacionales y que sus países y gobiernos de origen no fueron capaces de darles o ellos exigir y más bien se los negaron con violencia y desidia. Son estas las sólidas razones que hacen que nosotros debamos exigir el respeto a la valiosa Chilenidad que ellos y ellas vienen a buscar.

Siempre la plurinacionalidad descontrolada, sin reglas establecidas, sin memoria nacional es el origen y primer paso para la disolución de una nación…la pérdida y el olvido de su historia, buena o mala, el olvido de sus valores, de sus tradiciones nacionales y locales. Muy atrás quedó el refrán “Si vas a Roma hace lo que los Romanos hacen”… Hoy asistimos al primer capítulo de la demolición de la conciencia de nación, de ser parte de un todo, de una sociedad nacional, en la Escuela Pública. Como un humilde profesor cada vez que no se canta el himno nacional, que no se recuerdan efemérides trascendencia en nuestra historia. Que no se les exige conocer nuestra historia e identificarse como nacionales, Chile se desmorona y disgrega en un rompecabezas de nacionalidades que no encaja y que nunca podrá ser armado.

Visitar la Isla Ellis en la bahía de la ciudad de Nueva York es una experiencia que todos los que amamos la historia y sus lecciones debemos realizar algún día.  En esta isla diminuta, buena parte artificial y edificada casi en su totalidad, se encuentra buena parte de la historia de la migración controlada de los Estados Unidos de América. Aquí en este espacio restringido, nos explicaba el guía, llegaban prácticamente todos los migrantes europeos en los siglos XIX y XX, todos ellos pasajeros de las cabinas de tercera clases,  los que luego de una serie de exámenes  físicos comenzaban un periodo de estudio de la historia norteamericana, su idioma, historia independentista, organización política, geografía, costumbres etc. El sueño Americano era solo posible y obligatorio, si efectivamente se convertían en norteamericanos. Respetando el recuerdo de sus naciones de origen, pero entendiendo que hoy eran parte de un nuevo país al cual debían adaptarse, respetar y querer para que comenzaran a construir su propia historia personal y familiar. Si no, los vapores de la Red Star Line, los podían llevar de regreso a sus países de origen rápidamente.

Finalmente, , la protección de las escuelas y liceos por parte de las autoridades y sostenedores es una obligación no solo reglamentaria, sino que ética, más aún cuando estos establecimientos tiene un valor emblemático para las ciudades, donde por años y a veces más de un siglo han servido a la comunidad, y…Antofagasta no es la excepción a esta regla nacional, tenemos escuelas y liceos que nos han acompañado toda la vida como ciudad y recordamos con la semblanza del agradecimiento eterno a los Maestros y Maestras que sirvieron y educaron en ellos y a todos sus funcionarios. La última campanada o timbre, en las Escuelas y Liceos de Chile todavía no han tocado sus sones finales que anuncian el término de la jornada escolar. El tiempo de fortalecer el currículo escolar, por el bien de Chile y construir una sola nación para todos en respeto, orden y fraternidad, aún es posible.

Ricardo Rabanal Bustos

Magíster en Educación

Profesor de Historia y Geografía

Historiador y Cronista Regional

Acerca del Autor

@E2Elgueta

Periodista, locutor, maestro de ceremonias y animador. Director de Contenidos de AntofaPop
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