El primer bombardeo por parte del monitor acorazado Huáscar

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Del libro: “Antofagasta en la Guerra del Pacifico 1879”.

“No era solo la primera acción naval en aguas Chilenas del Monitor Acorazado Huáscar por mares Antofagastinos, sino que había una deuda que cobrar con la hábil y valiente Covadonga en reparaciones en puerto”.

El monitor acorazado Huáscar, después del heroico combate naval Iquique y de la valiente gesta del Capitán Arturo Prat Chacón y sus hombres, procede a rescatar a 57 sobrevivientes de la Esmeralda de las aguas de Iquique para luego trasladarlos a puerto. Luego, aproximadamente a las 14:20 horas y a unas nueve millas de navegación al sur logra llegar a la “cuadra” es decir al frente de la Independencia, el barco más poderoso de la armada Peruana, y que había sido derrotado por el hábil Capitán Carlos Condell de la Haza y su notable tripulación en el combate naval de Punta Gruesa. El reloj de Huáscar marcaba las 15:10 horas y encontró a la Independencia irreparablemente varada sobre su costado de estribor con 20 tripulantes a bordo ya que el resto había desembarcado en los botes salvavidas del buque derrotado. El comandante Grau ordena la persecución de la Covadonga durante unas tres horas, al no poder alcanzarla decide regresar a prestarle auxilio a la Independencia. Es aquí en que el comandante peruano y sus oficiales entienden que el daño es total e irreparable y deciden, luego salvar algunos documentos, cartas de navegación y algunos objetos de valor, rescatar a lo que quedaba de la tripulación en la cubierta de la nave, e incendiar el buque más poderoso de la escuadra Peruana. La epopeya de Prat y sus hombres en prolongar un combate desigual, más la habilidad marinera de Condell y su tripulación, habían dado el dominio absoluto del mar para Chile.

Posteriormente el Huáscar debió, en el puerto de Iquique realizar algunas reparaciones menores en su cubierta y partes de su intacto blindaje mientras permanecía fondeado en la bahía. También realizó algún aprovisionamiento de orden más bien menor y poco significativo, pero que le permitió abastecer sus bodegas de víveres y agua para la incursión que preparaba por las costas Chilenas.

El día 24 de mayo El Huáscar recibe órdenes de zarpar del puerto rumbo al sur, a las 05:30 horas junto a los primeros rayos del sol que comenzaban a sobrepasar los cerros del ya heroico Iquique, el magnífico acorazado peruano emprende su navegación ahora como un solitario navío que recorre la costa en busca de una presa donde descargar su importante poder naval de fuego. Seguramente en la memoria de la oficialidad y marinería del Huáscar y mientras navegaban ahora por aguas chilenas, no se podía olvidar fácilmente la afrenta sufrida por el buque Independencia, en que un buque pequeño que lo habían hecho encallar en astutas maniobras y derrotado en el combate naval de Punta Gruesa por el Capitán Carlos Condell y su valiente tripulación. Derrota que representó una pérdida irreparable para la marina Peruana y generó un importante debate en la sociedad Limeña por lo impactante de los enfrentamientos.

En la ciudad de Antofagasta, teatro de operaciones militares del ejército Chileno en campaña, el día 22 de mayo arribaron los transportes Huanay, Itata, Rímac y Valdivia, los tres primeros arrendados a la Compañía Sudamérica de Vapores. El último, un vapor que estaba fondeado por el mal estado de sus máquinas. El día 23 comienza todo el operativo y maniobras de desembarco de tropas y pertrechos militares que organiza el Ejército con eficiencia y rapidez, terminando estas maniobras sin contratiempo el día 24 de mayo bien caída la tarde.

Ese mismo día 24, temprano en la mañana, el General de División Don Justo Arteaga, comandante del Ejército Norte envió rumbo al puerto de Tocopilla al barco transporte Itata para remolcar a Antofagasta a la ya gloriosa corbeta Covadonga quien en la tarde noche del jueves 22 de mayo de 1879 arriba maltrecha a Tocopilla. En ese puerto Carlos Condell ordenó bajar los cuerpos de los tres caídos en el combate de Punta Gruesa, el grumete Blass Tellez, el mozo Felipe Ojeda y el cirujano Pedro Videla (de solo 25 años). Los tres fueron fulminados por la primera andanada que acertó el Huáscar a la goleta cuando el combate naval de Iquique estaba en ciernes. Pero justo ese mismo día 24 la Covadonga había navegado a Cobija, entonces el General Arteaga rápidamente ordena al Vapor Rímac remolcar a la Covadonga desde Cobija a Antofagasta donde llegó pasadas las 17:00 Horas aproximadamente de ese mismo día con la misión cumplida. Varias horas después, el 25 de mayo llegó el Itata, que en astutas maniobras y a gran velocidad evadió la persecución del Huáscar por aproximadamente cuatro horas, dando la alerta de la presencia del monitorpor las costas Antofagastinas.

Mientras tanto el Capitán Miguel Grau a las 06:45 hora del 25 de mayo, avistó un vapor que venía del sur, al que persiguió por cuatro horas sin lograr darle alcance según relata su bitácora. El caballero del mar, Don Miguel Grau, llega a la bahía de Mejillones a las 15:00 horas y se entera, con algo de molestia, del exitoso desembarco de tropas Chilenas en Antofagasta el 23 y que el vapor al que estuvo persiguiendo, sin dar caza, era el Itata.

A las 08:30 horas del 26 de mayo, el Huáscar venía navegando desde Mejillones a la altura de Antofagasta, durante la navegación avistó al vapor Rímac, persiguiéndolo hasta las 10:30 horas, cuando el Capitán Miguel Grau determinó que no podía alcanzarlo debido a la mayor velocidad del vapor chileno, ordenó entonces regresar a Antofagasta. Más tarde, a las 12:30 horas., el Huáscar avistó al Itata, que huyó al norte y al que trata de dar caza nuevamente por dos horas sin alcanzarlo también, tiempo en el cual, el Huáscar hizo 3 disparos y desde tierra se le hicieron 2 disparos al buque peruano cuando el Itata busco albergue seguro en la bahía de Antofagasta.

No conforme con este desempeño, el comandante Miguel Grau decide volver a Antofagasta a las 17:00 horas efectuando un minucioso reconocimiento del puerto por más de media hora bajo la atenta mirada de los vigías Chilenos y la gran cantidad de vapores neutrales que observaban atentos el desplazamiento del elegante y poderoso buque por la bahía de San Jorge. La Covadonga estaba fondeada en la poza, en un lugar resguardado de las rompientes y pegada a la playa, donde podía ser defendida por la artillería e infantería en tierra y oculta tras algunos buques mercantes neutrales. El motivo de tanto resguardo se entiende no sólo como una lógica medida militar de protección, sino como como una resguardo extra si era reconocida por el Huáscar y este pretendía descargar el grueso de su artillería, ya que la Covadonga y la astucia de su tripulación eran la causante de la pérdida de la Independencia y una parte de su marinería. Dicen que a veces la guerra exige venganza.

Carmen alto fue el lugar elegido por el General Arteaga para movilizar el grueso de las tropas chilenas y no dar blanco a la artillería del Blindado peruano, dejando en la playa sólo una pequeña guarnición de infantería y dos baterías reunidas Krupp con el fin de oponerse a un posible, pero difícil desembarco de la guarnición del buque peruano. También era vital y estratégico para la campaña militar proteger la máquina desaladora de agua, cuya destrucción habría puesto a la población y al Ejército en serios apuros de orden logístico. Además la Primera Compañía de Bomberos “Bomba Antofagasta” y Segunda Compañía de Bomberos “Salvadores y Guardias de Propiedad”, habían reunido su personal, bomberos y guías, en lugar seguro bajo las órdenes de su Comandante Don Francisco Bascuñán encontrándose toda la institución en estado de alerta por posibles incendios. El General Justo Arteaga dio la orden de no disparar mientras el Huáscar no disparara sobre la Gloriosa Covadonga o la ciudad. Las defensas de Antofagasta dispuestas por Arteaga consistían en tres baterías ubicadas al norte, centro y sur del puerto. Cada una contaba con un cañón Armstrong de 150 libras. La máquina desaladora estaba protegida por una plancha de fierro de considerable espesor y por 9 cañones Krupp que pertenecían al ejército, 4 de calibre 7,85 cm L/25 y 5 de 6 cm L/21.

El Comandante Don Miguel Grau a las 17:15 horas del día 26 de mayo de 1879 y estando a 1778 metros aproximadamente de los puestos de artillería de la costa ordena abrir fuego contra las máquinas desaladoras de agua de mar, fuerte norte y fábrica de salitre a ver si era posible provocar algún incendio. La Covadonga y las baterías de tierras inician un incesante cañoneo contra el Huáscar que según relatos de la época duró hasta las 19:15 horas. El Huáscar disparó 16 tiros con sus cañones de a 300 libras y 8 con los de a 40 libras, mientras las baterías de tierra y la Covadonga hicieron más de 80 disparos y las baterías de campaña del ejército, de 120 a 180. El fuerte norte fue callado y desmontado de diez disparos y el fuerte sur de ocho. El Comandante Grau dio por terminado el combate cuando el duelo de artillería se apagó, aproximadamente veinte minutos esperó el Comandante Grau la respuesta de su último disparo.

Con respecto al Bombardeo de Antofagasta el Caballero de los mares Comandante Don Miguel Grau y el gran General y estratega Don Justo Arteaga y Capitan Don Carlos Condell comentaron lo siguiente:

El Capitán Grau comentó en su parte:

“hubiese podido continuar, desde que él ataque a sido provocado, pero la consideración de lastimar intereses neutrales y de que este ataque se dirigía contra los pobladores indefensos, aunque no me corresponde la responsabilidad de los resultados, me decidieron a no emprenderlo”.

El General Arteaga, hizo en una carta a su hijo, el comentario siguiente sobre el combate:

“El ataque de este buque, sino a incendiado ni derramado sangre ha trastornado i paralizado toda operación, i hecho nos gastar más de dos mil pesos para poner a salvo víveres i demás objetos que podía destruir el incendio. Las tropas las hice salir a las quebradas temiendo cayese alguna bomba en sus cuarteles. El Estado Mayor conmigo estuvieron en las baterías, cuyos fuegos si no hicieron mucho mal al Huáscar lo hicieron permanecer a respetable distancia. La población huyó en su totalidad i la escasez de agua fue lamentable”.

El Capitán Don Carlos Condell escribe en un informe al “Señor Almirante y Jefe de la Escuadra”:

“A la una de este mismo día, cuando creíamos estar en seguridad, nuestro vigía anuncia la aparición del “Huáscar” por el S.O. y a poca distancia del puerto. Tomé inmediatamente una posición que me permitiera defenderme; y percibiendo al buque enemigo que se dirijía a apresar el transporte “Rimac” que huía al N., le dirijí dos tiros con el fin de distraerlo y dar tiempo para la salvación del transporte. Esto se consiguió, porque el “Huáscar” paralizó un momento su marcha, siguiendo momentos después su propósito, pero inútilmente. A las 4 P.M. el “Huáscar” volvió al puerto y después de un prolijo estudio de la costa, lanzó su primer tiro a nuestro buque. Inmediatamente fue contestado por nuestros cañones y los fuertes o baterías de tierra, siguiéndose un tiroteo de dos horas sin resultado notable, habiéndose consumido por nuestra parte 35 tiros de bala sólida.

La tripulación de la “Covadonga”, a pesar de solo haber recibido tres o cuatro instrucciones sobre el manejo de la artillería, estaba ya en aptitud de desempeñar su puesto de combate. No obstante, los oficiales que comandaron las colisas de a 70 solicitaron de mí como un honor el ocupar los puestos de cabos de cañón.

Así, el teniente Orella en la colisa de proa y el teniente Lynch en el de popa, apuntaron y dieron fuego durante todo el tiempo, obteniendo el manejo mejor que pudiera desearse”.

La prensa peruana, en la edición de la mañana de “El Comercio”, es un poco más “entusiasta” con respecto a las noticias y resultados del bombardeo de Antofagasta y sus reales consecuencias:

“El telégrafo anuncia que el “Huáscar ” a seguido su viaje al Sur. La primera hostilidad que se le ha presentado es el bombardeo de Antofagasta y destrucción de sus condensadores de agua, que proveen de este artículo diariamente a la ciudad.

El dato es tremendo.

La población no baja de 7000 mil almas, más 8 o 9,000 mil soldados que allí están de facción.

El agua no se encuentra si no en Carmen Alto a 10 o 12 leguas, pero como allí pasa por un beneficio y las condensadoras sólo sirven para 4000 mil personas, que es la población de ese lugar, no puede socorrer a Antofagasta.

Será preciso buscarla en Caracoles a 25 leguas y sin ferrocarril.

Cuestión de cuatro dias.

No necesitamos agregar nada más espantosamente eficaz”.

El Comercio

Lima, mayo 28 de 1879

Terminado el enfrentamiento, Grau decide hacerse a alta mar para mayor seguridad del buque y pasar la noche, regresando nuevamente al puerto de Antofagasta cerca de las 11:00 horas del día 27 de mayo, cuando el reloj aún no marcaba el medio día el Huáscar bajo dos botes a la mar para el rastreo del cable submarino que conectaba Valparaíso con Caldera y Antofagasta, una vez detectado el cable le dio corte a las 16:30 horas aproximadamente. Poco y nada pudieron hacer las defensas chilenas de costa por lo limitado del tiro de artillería y la distancia en que se encontraba el Huáscar haciendo dichas maniobras de corte. Aproximadamente el Huáscar a las 17:00 Horas avistó al vapor neutral Ayacucho de la Pacific Steam Navigation Company, que estaba en navegación desde el Callao a Valparaíso. De la tripulación de este buque el Comandante Grau se entera de la presencia de la escuadra chilena en Pisagua el 26 de mayo, por lo que El Huáscar decidió regresar rápidamente al Callao, para recuperar abastecimiento de víveres y municiones, zarpando a las 20:45 horas.

Se había entonces desarrollado el primer combate naval de Antofagasta y primera incursión marítima del Huáscar en costas Chilenas después de Iquique. Buena parte de este combate había tenido la característica de un bombardeo nocturno sobre la pequeña pero valiente, fortificada y bien defendida ciudad. Según registros fidedignos del Ejército Chileno no se registraron pérdidas de vidas y los daños solo fueron materiales, afectando en alguna medida la producción de agua dulce para la población y el ejército en campaña. Los daños fueron rápidamente reparados por ingenieros civiles y militares dispuestos por las compañías salitreras y el ejército mismo.

RICARDO RABANAL BUSTOS

Magíster en Educación

Profesor de Historia y Geografía

Profesor, Historiador y Cronista.

” No aceptes Antofagasta como es ahora. Sueña con la ciudad que fue y puede ser. Y luego ayuda a que así sea”

Ricardo Rabanal Bustos

Acerca del Autor

@E2Elgueta

Periodista, locutor, maestro de ceremonias y animador. Director de Contenidos de AntofaPop
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